La audiometría es el estándar para medir cómo oímos y cómo entendemos el habla. No se limita a decir si “se oye o no”; traza un mapa de la audición que identifica qué frecuencias se perciben, a qué intensidad y cómo se procesa el lenguaje. Con ese mapa se toman decisiones clínicas: desde una simple observación hasta tratamiento médico, adaptación de audífonos, uso de micrófono remoto o seguimiento ocupacional.
Qué es una audiometría y qué te dice realmente
La audiometría evalúa dos dimensiones complementarias:
La sensibilidad a los tonos puros a distintas frecuencias (graves–agudos), lo que permite establecer umbrales en decibelios (dB).
La inteligibilidad del habla, que informa de la claridad con la que se reconoce el lenguaje a diferentes intensidades.
El resultado principal es el audiograma, una representación gráfica de los umbrales por frecuencia. Junto a él, las pruebas de habla aportan el porcentaje de palabras entendidas y el umbral de detección del habla, lo que aproxima la experiencia real de conversación.
Oír vs. entender: por qué medimos tonos y también habla
Escuchar un tono a 30–40 dB no garantiza comprender una frase en un entorno con ruido o reverberación. Por eso la audiometría incorpora mediciones de habla: ayudan a explicar por qué alguien “oye” sonidos pero no entiende lo que se dice, especialmente en restaurantes, aulas o videollamadas.

Para qué sirve la audiometría (más allá del “paso o no paso”)
Una audiometría bien hecha aporta información para:
Detectar y cuantificar una pérdida auditiva (leve, moderada, severa, profunda).
Localizar el tipo de pérdida: conductiva (oído externo/medio), neurosensorial (oído interno/nervio) o mixta.
Medir la comprensión del habla y su relación con los tonos puros.
Guiar decisiones clínicas: derivación a ORL, tratamiento de otitis o tapones, adaptación de audífonos, indicación de micrófono remoto en entornos ruidosos, o simple control.
Vigilancia ocupacional y línea base cuando hay exposición a ruido o uso de fármacos ototóxicos.
En términos prácticos, la audiometría convierte sensaciones difusas (“me pierdo en comidas”, “la TV la oigo pero no entiendo”) en datos objetivos para actuar con criterio.
Cómo es la prueba paso a paso (sin tecnicismos)
El protocolo puede adaptarse a cada caso, pero suele seguir este orden. La duración habitual en adultos es de 20–30 minutos; puede alargarse si se añaden pruebas o en población pediátrica.
Audiometría tonal liminar (vía aérea y vía ósea)
Se utilizan auriculares o insertos para presentar tonos muy suaves en distintas frecuencias. La persona pulsa un botón o levanta la mano cuando los percibe. Después, un pequeño vibrador detrás de la oreja evalúa la conducción ósea. La comparación entre vía aérea y vía ósea ayuda a determinar si el problema está en el oído externo/medio o en el oído interno/nervio.
Al finalizar, el audiograma muestra umbrales en dB para cada frecuencia. Un audiograma “más alto” (umbrales mayores) indica mayor pérdida.
Audiometría verbal (prueba de habla)
Se escuchan listas de palabras a distintos volúmenes. El objetivo es medir:
El umbral de detección del habla (a partir de qué nivel se percibe).
El porcentaje de palabras reconocidas a un volumen cómodo.
Esta parte revela la claridad real de la conversación y orienta la personalización de la solución auditiva.

Pruebas complementarias habituales
Según el caso, se añaden:
Timpanometría y reflejos estapediales: valoran el oído medio (membrana timpánica y cadena de huesecillos). No son dolorosas y aportan contexto diagnóstico.
Prueba de habla en ruido: útil cuando la queja principal aparece en ambientes complejos. Permite definir estrategias (ajustes, micrófonos direccionales, micrófono remoto).
Preparación y duración: qué hacer antes y qué esperar
Una preparación sencilla mejora la calidad de los resultados y evita repeticiones.
Antes de la prueba
Descansar y evitar ruido intenso 24–48 horas antes.
Avisar si se percibe oído taponado o si se usan tapones de cera con frecuencia.
Traer informes previos y lista de medicación.
Si ya se usan audífonos, llevarlos para comprobar su ajuste tras la evaluación.
Después de la prueba
Revisar el informe y solicitar una explicación gráfica del audiograma.
Acordar cuándo repetir: control, seguimiento ocupacional o tras tratamientos.
Errores frecuentes y cómo evitarlos
Anticipar respuestas: conviene pulsar solo cuando se escucha el tono, no antes.
Fatiga: si se pierde la concentración, pedir una breve pausa mejora la fiabilidad.
Confundir “oír” con “entender”: la sección de habla aclara esta diferencia.
Cómo interpretar un audiograma sencillo
Sin entrar en tecnicismos, hay patrones que orientan el diagnóstico:
Paralelas elevadas (vía aérea y ósea similares y altas): sugiere pérdida neurosensorial.
GAP aire–hueso (ósea mejor que aérea): indica componente conductivo (tímpano, líquido, osículos).
Simetría vs. asimetría: si un oído rinde notablemente peor que el otro, puede requerir estudio otorrinolaringológico.
Discordancia habla/tonos: un porcentaje bajo con tonos relativamente buenos apunta a problemas de claridad o procesamiento, y guía la intervención.
La lectura del audiograma debe traducirse a acciones: tratamiento médico cuando procede, educación auditiva, adaptación de audífonos, entrenamiento del habla en ruido o seguimiento planificado.
Audiometría en niños: juego, refuerzo y pruebas objetivas
En pediatría el objetivo es el mismo —obtener un mapa fiable—, pero el método cambia. Se utilizan audiometría por juego (el niño realiza una tarea divertida al oír el tono) o audiometría reforzada visual en bebés. Según la edad y la colaboración se incorporan otoemisiones acústicas (OEA) y potenciales evocados (PEATC). El objetivo es actuar pronto: resolver otitis, derivar si procede, adaptar ayudas y coordinar con la escuela para asegurar accesibilidad auditiva.
Dudas comunes sobre la audiometría
¿Duele la audiometría?
No. Es una prueba no invasiva y bien tolerada.
¿Cuánto dura?
En adultos, 20–30 minutos habituales; algo más si se añaden pruebas o se trata de población pediátrica.
¿Puede salir “mal” si tengo catarro o cera?
Sí, puede alterar el resultado. Conviene informar al profesional; a veces se pospone o se realiza limpieza previa.
¿Cada cuánto repetir?
Depende del caso: control anual en pérdidas conocidas, antes/después de exposición a ruido o cuando se usan fármacos ototóxicos.
¿Qué pasa si “oigo bien” pero no entiendo en ruido?
Las pruebas de habla en ruido orientan ajustes específicos y el uso de soluciones como micrófono remoto.
La audiometría transforma sensaciones en datos y sienta las bases de un plan eficaz. Bien ejecutada —cabina adecuada, calibración, instrucciones claras— permite decidir con rigor: observar, tratar, adaptar, entrenar o combinar varias estrategias. Si se prefiere un acompañamiento profesional independiente, en HearinIT el proceso prioriza el diagnóstico clínico, la explicación comprensible del audiograma y un plan de acción alineado con las necesidades reales (casa, trabajo, escuela), sin presiones comerciales.