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Pueden ser genéticas, por envejecimiento, exposición a ruidos fuertes, infecciones u otras enfermedades auditivas.

Dificultad para seguir conversaciones, sensación de volumen bajo, tinnitus y necesidad de subir el volumen de dispositivos.

Puede incluir audífonos, implantes cocleares, cirugía o medicación, según la causa y el grado de pérdida auditiva.

Es la percepción de sonidos como zumbidos o pitidos sin fuente externa. Puede ser constante o intermitente y afectar a uno o ambos oídos.

Ruido fuerte, envejecimiento, cerumen, estrés, enfermedades del oído interno o medicamentos ototóxicos pueden provocarlo.

Ruidos agudos o graves en los oídos, dificultad para dormir o concentrarse, especialmente en ambientes silenciosos.

Se utilizan pruebas como audiometría, timpanometría y exámenes específicos para detectar la frecuencia y tipo del sonido.

Incluye audífonos con enmascaradores, terapia TRT, sonidos blancos, relajación y evitar sustancias como cafeína y alcohol.

No tiene cura definitiva, pero con tratamiento y cambios en el estilo de vida se puede reducir su percepción.

Debe considerarse el grado de pérdida auditiva, estilo de vida, destreza manual, presupuesto y la recomendación de un audiólogo.

Pedir que repitan frases, responder mal, evitar reuniones o subir mucho el volumen son señales de alerta comunes.

Haz una evaluación auditiva, prueba varios modelos, y asegúrate de contar con ajustes personalizados y servicios incluidos.